Disfrutando un viaje desastroso

Disfrutar un momento depende más de la mentalidad de la persona que del momento perse y así lo demostró mi primer viaje a Samaná.

La hora de partida dispuesta por la empresa del tour eran las 5:00 am por la cual  la familia de mi pareja, compuesta por su madre; una señora robusta dentro de los cuarenta pero delicada como   una miss de 25, sus dos hermanas; una de 8 años y una de 13, más dos tías muy parecidas a su madre pero ambas con menor edad y obviamente él y yo, llegamos todos a no menos de diez minutos de la hora establecida.

El punto de encuentro, la zona colonial marcando las 5:10 de la mañana lucia tan vacía como el desierto de Sahara, recordándonos la diferencia de una perse y una hora dominicana.

Cinco minutos después llego una pareja de un señor blanco, rasgos de americano y una morena de cuerpo esbelto y trenzas hasta la cintura pantalones cortos y un pequeño top que dejaba ver la rosa tatuada en el abdomen.

Pronto empezaron a llegar las personas como si hubiesen salido todos al unisono de una misma actividad y a las 6:00 de la mañana llegaron los buses que nos llevarían a nuestro destino.

A las 6:30 inicio el viaje sin la ausencia de los comerciantes que ofrecían elementos fundamentales para dicho viaje destinados a montar buggies en Samaná.

El viaje fue acompañado del hermoso amanecer desde los horizontes del Malecón que recorre la calle de las Américas..

Con una parada a medio camino destinado al desayuno, llegamos a Miches, montañas redonda, a la diez de la mañana . Tras esperar durante unos 15 minutos el autobús que nos llevaría a la cima de la montaña. Por fin llegamos y no tardamos en tomar fotos de todo el ambiente

La palabra hermosa le queda corta a un ambiente verde, donde entre los arboles y el mar era difícil identificar cual te transmitía más paz.

Faltando poco para las doce bajamos de la montaña y tomamos el autobús con destino a Samaná donde nos esperaban con comida, los buggies y a la playa.

A casi una hora de distancia de nuestro destino final el autobús se apago y no volvió a dar señales de vida.

Durante una larga parada, en medio de un ambiente no muy lejano de ser un desierto y el gran sol quemando allí durante horas, consumiendo los abastecimiento propias que habíamos llevado.

Muchos caminaron alrededor del lugar y otros dormían, unos se quejaban del mal servicio y otros se reían y así nos la pasamos hasta las cinco de la tarde cuando pudo pasar otro autobús a rescatarnos.

Faltando poco para las seis llegamos a nuestro destino, donde nos esperaba un bufete de poca categoría.

Luego fuimos en buggies para la playa donde disfrutamos en familia. a las 8 de la noche salimos de la playa al lugar donde habíamos comido donde todos se peleaban por un pequeño espacio donde no cabían más de 5 personas con agua para el lodo que nos dejo el viaje en buggies.

A las 9:30 partimos el viaje de regreso donde no faltaban los chistes sobre el mal servicio de la empresa, pero que a pesar de todo se pudo disfrutar. 



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