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Crónicas de una vida promiscua

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Con la mirada en alto, pero vacía, con los ojos manchados y llenos de ojeras dijo que no le había importado con cuántos hombres se había acostado en los últimos dos años. La señorita Yatna, nombre que se puso ella misma por no aceptar que la inocente niña que era antes y lo que es ahora eran las mismas personas, tiene 18 años de edad y vive donde le caiga la noche. Es rubia, de pelo largo, delgada, con las curvas definidas, cara de ángel pero mirada de pocos amigos. No sé mucho de ella desde hace unos dos o tres años- dijo Félix, quien fue durante la secundaria su compañero de clases, un joven delgado, de pelo largo y rizado, piel morena, de vestir informal lenguaje coloquial- terminamos juntos el bachiller y luego entro a la universidad, era una tipa tranquila, no hablaba con nadie y era muy inteligente, se sentaba frente al escritorio de los profesores y siempre participaba. Nunca se lo conoció un novio aunque habían varios tipos que le tiraban los perros pero ella no era